martes, 29 de mayo de 2012

Crónicas de lo cotidiano

Vista de Altea la Vella, por Batiste Sant Rok, sobre 1980- Colección Particular
Es atractivo esto de Facebook, pues incita a la reflexión y al razonamiento sobre las cuestiones de lo cotidiano. Me ha interesado particularmente la observación de Pedro J. Ciudad hablando de lo bien que está Altea la Vella, tras un comentario mío sobre las desafortunadas intervenciones realizadas en el borde del núcleo histórico tradicional del Poblet, algunas de las cuales os presento en la imagen y no merecen comentario alguno. Por su parte dice Pedro: “Altea la Vella encara pareix vèrge. Vaig fer unes fotos en el 82 que al dia de hui no hem sembla massa canvi, però el hi há. El carrer que'l travessa és nòu encara que viuen els mateixos veins i uns altres que han vingut nòus. Nòves generacions s'obrin camí i necessiten terreny per establir-se al costat dels avantpassats. Tenen dret a viurer al solar patri. Encara que tinguen que obrar damunt de les ruïnes romanes. ¿O són ibèriques?. A nosaltres, avui, ens agradaria res no haguera canviat. Nosaltres... ¿qué volem nosaltres...? ¿Qué faríem...? “Bien paso a contestar a sus preguntas.Lo subrayado me parece muy interesante de comentar pues se trata de una reflexión atractiva y a través de la cual podemos observar la distinta actitud frente al patrimonio que han tenido los pueblos y las sociedades en el proceso que entendemos por “civilización”. Como muy bien dice Pedro ha habido un sentimiento dominante a lo largo del tiempo que sin cuestionarse en exceso el tema daba por sentado lo que él afirma como un derecho; y esto ha sido así hasta un determinado momento, un momento muy particular, un momento de “no retorno”: el momento en que una sociedad toma conciencia de su pasado, entiende su cultura como un bien en si y considera a los signos que la materializan como bienes patrimoniales con valor cultural.Ello está vinculado al valor de la memoria, al interés por la “ruinas” entendidas estas como el lugar donde habita la memoria, en una palabra está vinculado al romanticismo, la más importante transformación que ha habido en la cultura occidental en los últimos 200 años; el momento que nos hace revisar todo nuestro bagaje cultural y comienzan de verdad los tiempos modernos y todo lo que ello significa.A partir de ese momento surgen conceptos como Permanencia y Transformación que mantienen un equilibrio inestable y nos acompañan hasta lo contemporáneo. Con ello aparece un límite en la “barra libre” de aquel construir destrozando lo anterior, eliminando directamente a lo existente –que no se entendía más que como cantera de material para ser reutilizado- sin conservar restos de la memoria, defendiendo tres razones que se entendía primordiales: 1.- Lo destrozo porque quiero y porque es mío (idéntico a la maté porque era mía, pero en patrimonio). 2.- Todo lo anterior es malo, lo contemporáneo es bueno, hay que eliminar lo bárbaro, el gótico y seguir el dictamen clasicista, o al contrario (o bien en otro formato, se decía, hay que eliminar la huella del infiel y que venza el verdadero Dios -sea el que sea-), etc. y 3.- La razón que esgrime nuestro amigo Pedro.Hoy , gracias a Dios, existe una cierta conciencia del patrimonio como un bien de los pueblos y unas ciertas leyes que lo protegen, precisamente por una razón muy clara y próxima a lo que esgrime Pedro, pero desde una perspectiva social: Para que nuestros hijos puedan recibir el legado cultural que a nosotros nos fue legado.Lo que el amigo Pedro reivindica, lo entiendo como un sentimiento que obligara a un sacrificio a los nietos de aquellos que levantaron casas en el Poblet, su sacrificio les obligará a emigrar….. unos 250 metros del solar patrio, situarse sobre el ensanche de la carretera. No es mucho sacrificio para salvar el Poblet y permitir que sus hermanos o sus primos puedan vivir sobre las antiguas casa, adecuándolas, pero no destruyéndolas, no eliminado su encanto, para que sigámonos reconociéndolo como nuestro y que además este siga siendo el acicate que atraiga un turismo que desea ver algo particularmente interesante, no la vulgaridad de unas casas igual que cualquiera de las que en cualquier sitio puede ver. Porque no olvidemos que el patrimonio, además de darnos identidad cultural, es un recurso básico y el primer referente para vender nuestra imagen, la imagen de un pueblo que vive de eso, de una bonita imagen y un hermoso paisaje.¡Si en verdad yo creo que en el fondo Pedro y yo estamos diciendo lo mismo…….

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